miércoles, 5 de agosto de 2020

ELENA REALES FERRER y ROSA Mª FERNÁNDEZ SÁNCHEZ.

¡¡SORPRESA, SORPRESA!! 

Isabel Gemio: Hola, ¿tú quién eres? 

Lazarillo: Lázaro. 

Isabel Gemio: Lázaro, y ¿de dónde vienes? 

Lazarillo: Yo… yo soy un Lazarillo de Tormes. 

Isabel Gemio: ¡Ah, sí! ¡Qué ciudad tan bonita! ¿Y quién te cuida? 

Lazarillo: Un ciego. Un ciego tacaño. 

Isabel Gemio: Dime, Lázaro, ¿qué te pasa en la cara? 

Lazarillo: ¿Lo dices por los dientes? Pues nada, mi amo que me esclafó un jarro de vino en la cabeza y… así estoy. 

Isabel Gemio: Pero ¿por qué? No me lo cuentes aquí, anda, acompáñame al sofá. (Se sientan en el sofá) Lázaro, ¿algo tuviste que hacer tú, no? 

Lazarillo: No, nada importante. Yo sólo le robaba un poco de vino. 

Isabel Gemio: ¿Y cómo te las ingeniabas tú para robarle el vino? 

Lazarillo: Yo me sentaba debajo de sus piernas, y le hice un pequeño agujero al jarro, y le ponía cera. Cuando esa cera se derretía, caía el vino, yo abría la boca, y así bebía. 

Isabel Gemio: ¡Ah! Ya lo entiendo, y entonces, para vengarse, te lanzó el jarro a la cara. 

Lazarillo: Sí, así es. 

Isabel Gemio: Lázaro, ¿qué te haría más ilusión en este momento? 

Lazarillo: Pues… unos buenos dientes para poder comer carne. 

Isabel Gemio: ¡Ah, sí! Pues… Lázaro, yo no te puedo dejar sin dientes. ¡Aquí tienes unos dientes nuevos! 

Lazarillo: ¿Sí? No me lo puedo creer. Muchísimas gracias, Isabel. 

Isabel Gemio: De nada, Lázaro.

Autoras: Elena Reales Fernández / Rosa Mª. Fernández Sánchez. 
3º E.S.O. Curso 1994-1995.

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