¡¡SORPRESA, SORPRESA!!
Isabel Gemio: Hola, ¿tú quién eres?
Lazarillo: Lázaro.
Isabel Gemio: Lázaro, y ¿de dónde vienes?
Lazarillo: Yo… yo soy un Lazarillo de Tormes.
Isabel Gemio: ¡Ah, sí! ¡Qué ciudad tan bonita! ¿Y quién te cuida?
Lazarillo: Un ciego. Un ciego tacaño.
Isabel Gemio: Dime, Lázaro, ¿qué te pasa en la cara?
Lazarillo: ¿Lo dices por los dientes? Pues nada, mi amo que me esclafó un jarro de vino en la cabeza y… así estoy.
Isabel Gemio: Pero ¿por qué? No me lo cuentes aquí, anda, acompáñame al sofá. (Se sientan en el sofá) Lázaro, ¿algo tuviste que hacer tú, no?
Lazarillo: No, nada importante. Yo sólo le robaba un poco de vino.
Isabel Gemio: ¿Y cómo te las ingeniabas tú para robarle el vino?
Lazarillo: Yo me sentaba debajo de sus piernas, y le hice un pequeño agujero al jarro, y le ponía cera. Cuando esa cera se derretía, caía el vino, yo abría la boca, y así bebía.
Isabel Gemio: ¡Ah! Ya lo entiendo, y entonces, para vengarse, te lanzó el jarro a la cara.
Lazarillo: Sí, así es.
Isabel Gemio: Lázaro, ¿qué te haría más ilusión en este momento?
Lazarillo: Pues… unos buenos dientes para poder comer carne.
Isabel Gemio: ¡Ah, sí! Pues… Lázaro, yo no te puedo dejar sin dientes. ¡Aquí tienes unos dientes nuevos!
Lazarillo: ¿Sí? No me lo puedo creer. Muchísimas gracias, Isabel.
Isabel Gemio: De nada, Lázaro.
Autoras: Elena Reales Fernández / Rosa Mª. Fernández Sánchez.
3º E.S.O. Curso 1994-1995.