lunes, 27 de julio de 2020

MARÍA JÉSSICA FERNÁNDEZ SÁNCHEZ

Yo soy un pobre ciego y quiero contar mi testimonio: 
Voy a empezar por la gente que me rodeaba, todas las personas me ignoraban, y no me querían, se aprovechaban de mí, fijaos, hasta mi propio amigo Lázaro de Tormes me engañó aprovechándose de mi ceguera. Él pensaba que yo, al ser ciego, no me iba a dar cuenta de lo que me hizo. El muy cretino me hizo un pequeño agujerito en mi jarro para así poder beber él también. Fijaos si era malvado que me trataba de ser un egoísta, marrano, viejo peludo, y muchas más cosas. Pero… ¿qué hice? Cogí el carro y se lo estrompé en toda su melondra llena únicamente de malas ideas. 

Él no dijo nada, le hice muchas cicatrices en la cara y le rompí los cuatro dientes que le quedaban. Quedó, el pobre, inútil, no podía ni ver ni, lo más importante para él, comer, le encantaba llenar el buche. Pero ¿qué creéis que pasó? 

El muy maldito me denunció por pegar a un menor y tuve que asistir a un juicio en el cual tuve que contar lo sucedido. El juez supo muy bien decidir lo que cada uno debía de pagar por su mala conducta. Antes de decidirlo el juez, Lázaro me pedía lo siguiente: 
-Que le pagara todos los dientes, no se conformaba con los cuatro que yo le había roto sino que quería toda la dentadura postiza y de la mejor; y que le diera una cantidad de 400.000 pesetas mensuales para ir al esteticista, hasta que le transformaran esa cara de cavernícola en la suya propia. 

Pero al reclamarme él a mí todo eso, yo le pedía lo siguiente: 
-100 litros del mejor vino por cada gota de mi vino que cayó en su bocaza. Y otro jarro del mejor que hubiera. 

Pero eso no iba a ser así, íbamos a tener que darnos el uno al otro lo que el juez dijese y… ¿qué dijo? 

El señor juez nos dio la solución: Yo tenía que pagarle sus dientes a Lázaro, la dentadura completa y de las mejores; y a cambio, Lázaro me tenía que dar 50 litros del mejor vino por cada diente que le ponían. Así quedó todo. ¿Os ha gustado? 

Esta historia tuvo mucho que ver para mí después, yo comprendí que no me tenía que fiar ni de mi mejor amigo, no volví a confiar en más nadie, y me dediqué a escribir mi historia en todos los idiomas para que todo el mundo la conociese. 

Un beso a todos los que la habéis leído, deseo que no paséis por esta situación y que no tengáis un amigo tan infiel y malvado como el mío. 

Os quiero.

Autora: María Jéssica Fernández Sánchez. 3º E.S.O. Curso 1994-1995.

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